junio 20, 2007

SeReXtraÑo

Definitivamente ese no fue el lugar apropiado para morir; tampoco la edad, ni la hora, ni el día. No se en realidad qué fue lo que hizo que mi momento de decir adiós a todo lo que soy fuera ese. Han pasado un par de minutos, aunque no estoy completamente segura si después de muerta el tiempo funcione de la misma manera. Tal vez ha pasado más. Mi reloj no funciona, la caída lo paralizó en las nueve y treinta, pero no estoy segura de si son nueve y treinta de la mañana o de la noche. No veo nada. Mi ojos continúan abiertos, pero las imágenes desaparecieron. Los sonidos están cada vez más lejanos. Pero si continuo oyendo, debo seguir viva? Quiero mover mis extremidades, me resulta imposible. No se realmente qué soy en este momento.Por qué llegué al minuto de mi muerte? No lo recuerdo... mi partida es algo que paso hace tanto tiempo y aun permanece inserta en mi memoria. Que extraña es la vida o la existencia o la muerte. Que extraño es todo. Como surgimos y como nos desvanecemos de un minuto a otro. Nuevamente estoy hablando de mi muerte; es que para mi su llegada fue muy absurda. Estuvo completamente alejada de mis planes. En varias ocasiones me visitó, casi advirtiéndome que un día su presencia significaría el fin de mi vida. En una ocasión me dijo hola cuando caí de un caballo. Esa fue la vez que conocí a la muerte. Me mostró lo que me perdería recorrimos el Universo juntos durante tres días de profundo coma, luego me explico que por ser mi primera vez, tenía la opción de escoger entre irme junto a ella o mantenerme un tiempo más en vida. Decidí un tiempo más, ella sonrió con cara de “nos veremos pronto” y así fue, pero en la segunda ocasión su visita no fue tan placentera, es que me encontraba en la típica edad del pavo, quise ser cool me emborrache hasta la madre y luego corrí por la línea del tren que pasaba a unos metros de mi hogar. La luz del tren me encegueció y fue ahí donde ella apareció nuevamente. Con mis aires de grandeza, la enfrenté, ella creyó que ahora me iría con ella, pero yo aun tenía más planes por delante, entonces me hice un lado de la línea del tren y éste pasó junto a mi sin siquiera robarme un pelo. Es verdad había tentado a la muerte, y ella se molestó conmigo. Siendo ésta más astuta que yo, me dejo crecer y disfrutar de mi juventud creyendo siempre que le había torcido la mano al destino.Y ahora porqué llegue a esto? Ah, el día de mi muerte, insisto que no era ese el momento. Nunca lo voy a olvidar. Siempre creyendo que el día sería un momento glorioso, resultó que al final no fue más un amargo adormecer burdo y solitario. No puedo contar una historia sobre como sucedió, porque no existe tal historia, simplemente llegue a mi hogar luego de un día de trabajo igual a los otros días, prendí el televisor, me senté frente a él para cenar acompañada, puse el canal de las noticias. Como siempre no había más que eventos policiales, riñas pasionales, y estafas de grandes personajes del país. Estaba comiendo pastel de papas recalentado de dos días atrás; su sabor a comida artificial, me hacía prestar más atención a lo que me conversaba la televisión que a los sabores del pastel. Justo cuando terminan de dar la noticia de un indigente que muere devorado por sus perros, el cuesco de una aceituna se queda estancado en mi garganta. Por supuesto apareció nuevamente ella, y me sonrió como queriendo decir “ahora gano yo”, comprendí que por más que intentara sacar ese cuesco de mi garganta, sería imposible. La muerte me había ganado. Mi respiración comenzó a darme una sutil despedida, como diciéndome “fue un placer instalarme durante estos años en tus pulmones”. Si bien no me podía ver, sabía que mi rostro estaba morado, quería tener un espejo para saber como se ve uno cuando muere poco a poco. En ese sentido ella fue gentil, no se como lo hizo, pero mi vista se nubló y comencé a desdoblarme entonces me convertí en espectador vip de mi propia muerte. Siempre lo tomé como un regalo de ella, es como el fair play del fútbol. Y bueno eso es todo, así fue mi muerte, como para esa época mis amistades se encontraban en asilos, muertos o simplemente imposibilitados de moverse, nadie se enteró de mi partida hasta un par de semanas después, cuando mi hedor comenzó a visitar los hogares de mis vecinos. Esa fue mi muerte, nada de grandiosa, memorable o dramáticamente dramática, simplemente me ahogué con una aceituna.Ahora no se bien qué soy. No se bien como logro traspasar esto a un papel, tal vez me reencarne o me encuentro asaltando un cuerpo extraños, y en este momento su dueño se encuentra en un leve trance y no sabe que es lo que está escribiendo. Sólo tengo claro, que no soy humano, que no estoy vivo y eso. Se me complica la existencia con tanto cuestionamiento sin respuestas claras, cuando uno muere aparecen muchas respuestas frente a ti, pero junto con ellas aparece también la peor pregunta de todas, por lo menos a mi me surgió ¿ por qué ahora y no cuando estaba viva? Dicen que cuando uno muere, se eleva espiritualmente llega a un estado de plenitud que es indescriptible con palabras, pues bien, estoy completamente en contra de eso; me sigo sintiendo una mujer (o un alma de mujer) con muchas inquietudes propias de un ser vivo. Ahora soy un ser etéreo. Aquí no existe nada y existe todo. Extraño los chocolates las fiestas y tirarme a un chico por la noche y luego despertar sin saber que hice y con quién. Extraño reventarme en la juerga nocturna junto a mis amigas, correr por la línea del tren. Extraño embarrarme los pantalones en la lluvia o mojarme entera cuando un auto pasa sobre un charco. Extraño mis orejas calientes de tanto que hablan mal de mi. Extraño que me pique la palma de la mano y esperar que llegue dinero a ella. Extraño estudiar sin saber para qué. Extraño conocer gente extra en lugares extras y que me acompañen en mi vida. Extraño comer carne y que se incrusten pedazos entre mis dientes. Extraño estar aburrida de la vida y esperar por algo nuevo que jamás llega y es más en el minuto que llega se transforma en algo regular de esta por lo tanto pierde todo valor. Odio la muerte, odio no existir más en el planeta Tierra y odio tener que esperar como mínimo ciento cincuenta años para volver a pisar tierra firme a través de una nueva reencarnación. Puedo llegar como un gomero, lo cual sería una lástima porque mi pasatiempo preferido sería tomar sol. Quiero volver a la vida, a mi vida, esa que perdí. No se bien que soy en este momento, existo y extraño ser lo que fui.

La Estación

Y ahí estoy yo, sentada en la estación, con un vestido floreado que me llega hasta los tobillos, escogido la semana pasada, cuando me enteré de la sorpresa. Junto a mi tengo una maleta vieja y pesada, llena de promesas y recuerdos que mantengo guardados y los cuido como tesoros. Tengo un reloj frente a mí que hace que el tiempo no se me pase volando. Trato de mantenerme lo más quieta posible, para que no se me arrugue el vestido ni se corra el la pintura del rostro. No suelo pintarme pero mi vecina dice que a los hombres les gustan más arregladitas. Prometió llegar a las tres de la tarde. Es la una, prefiero esperarlo por anticipado en caso de que llegue antes. En enero el calor es insoportable. No se cuantos grados haya, pero siento como si me estuviera friendo por dentro. Quizás no debería haberme puesto este vestido de invierno en un día como hoy, pero es su vestido favorito siempre me lo decía. El Sol esta frente a mi rostro, tengo miedo de que la pintura se corra, pero si me muevo el vestido puede arrugarse. Me doy cuenta que no hay nadie más en la estación, creo que es mejor, así nuestro reencuentro va a ser más íntimo. Mis manos sostienen la pesada maleta y por ella puedo ver el final del camino que recorren gotas de sudor, comenzando por mi frente y terminando en mis manos. No me muevo, prefiero permanecer inmóvil. De pequeña que aprendí a permanecer por largo rato quieta, a veces por horas. Es la una con cinco minutos. Quizás el reloj esté malo. Siento como si horas hubieran pasado delante de mí, pero veo la hora y comprendo que sólo han sido cinco minutos. Tal vez sería bueno ponerme un sombrero. Pero si me muevo el vestido puede arrugarse. Creo que lo mejor es esperar que el Sol se mueva. Justo en este momento esta frente a mi, pero es cuestión de minutos para que eso cambie. Él se fue hace tres años a trabajar a la ciudad; es que allá las cosas son mejor me dijo, si me voy a la ciudad puede ser que encuentre trabajo en lo que realmente me gusta Margarita, y por fin podré abrir mi propio negocio. Entonces te vendré a buscar viviremos felices. Eso me lo dijo mientras arreglaba su maleta para tomar el bus de las doce. Preferí no contradecirlo y responder con una hermosa sonrisa y lágrimas en los ojos. Le dije que lloraba de alegría, pero en realidad las lágrimas venían de lo más profundo de mi corazón, que en ese momento se encontraba completamente destruido. Pero ahora eso es parte del pasado. Su familia dio aviso a todo el pueblo de su regreso. Él es una persona muy querida por todos acá. Así que estamos preparando la mejor de las fiestas de bienvenida para él. Yo por mi parte he soñado cada una de las largas y solitarias noches con su regreso. Planeando como saludarlo y qué decirle, porque antes de partir me hizo jurarle amor eterno y así lo hice; mi corazón, mis pensamientos, mis alegrías y mi alma entera, están reservadas para él. Por su parte el juró lo mismo… Son la una con nueve minutos. El tiempo no pasa. El calor no disminuye, al contrario siento como los rayos atraviesan el grueso vestido y llegan hasta mi piel provocando pequeñas llagas. Siento dolor, pero lo tolero. No quiero que mi vestido se arrugue. Siento mucha sed, creo que no tomé agua antes de salir de mi casa. Mi casa queda lejos de la estación, a pie son cerca de dos horas. Un vecino ofreció traerme pero no quise, es que me gusta caminar. Mis pasos fueron lentos, no quería que el polvo ensuciara mi vestido, o mis zapatos perdieran brillo. Debería haber aceptado que mi vecino me trajera. Mis labios están partidos por el sol y quemados por el frío de la noche. Mi lengua está seca, la saliva que genera a penas sirve para humedecerla. Busco con la mirada algo para tomar agua. No encuentro nada. En la estación debe haber un baño, pero no lo veo y aunque lo viera, no iría a el, quizás durante mi ausencia él podría llegar y si no me ve esperándolo su tristeza sería tal que se devolvería a la ciudad. No quiero eso, prefiero seguir esperando por el Son la una con doce minutos. Creo que ese reloj no funciona. El tiempo nunca ha sido tan lento como lo es ahora. El calor tampoco había estado tan fuerte como lo esta en este preciso instante. Tengo miedo, tanto sol, tanto calor, tantos rayos, pueden quemar mi vestido. El vestido que a él más le gusta. Necesito mirarme en el espejo que tengo guardado en la pesada maleta. Un simple movimiento no me desarreglará... Este espejo no me da confianza, es como si mostrara cosas que no son. Me veo yo, pero no soy realmente yo. Es mi rostro, pero no soy yo. Es mi pelo, pero no es mi pelo, son mis manos, pero no son mis manos. Frente al espejo veo un rostro agrietado por la vejez. Un cabello pajoso y blanco que se cae con el sólo hecho de mirarlo. Y mis manos, al igual que mi rostro, se ven con marcar, arrugas, profundas arrugas. Mi piel esta pegada adherida a los huesos de mi cuerpo… esta no soy yo!! Y la estación? Donde esta la estación? Donde esta? Por qué estoy en esta pieza llena de ancianos que gritan en silencio rogando que los vengan a ver. Mi vestido son solo harapos sucios y con olor a humedad. El espejo está mal. Tal vez si no me muevo… tal vez si me mantengo callada… tal vez si me quedo tal cual he estado los últimos 65 años, él me reconozca al llegar a al estación.

Identidad

Cuando me miraba en el espejo antes de salir a trabajar, podía quedarme largas horas observándome. No tengo buena vista así que desde los 9 años utilizo anteojos. El cabello cada vez me acompaña menos y la barriga tiene un crecimiento progresivo. Tengo 44 años pero no creo que eso les interese mucho. En realidad las personas de mi edad no suelen tener una vida muy atractiva, con historias que te mantienen despierto en noches familiares. Esposa, hijos y familia, no eran temas para mi. Puede sonar justificación, pero la verdad es que aun no encuentro a la mujer ideal. Romances creo haber tenido más de un millón, con mujeres de todas partes, pero nunca dejaron de ser romances. Puedo pasar meses o hasta años con una bella mujer, pero siempre vuelvo a lo mismo, durmiendo junto a la exquisita soledad de mí cama. Los hijos vendrán con el tiempo, la edad y la vejez, o quizás antes (pero es mejor no adelantar) Si me preguntan quien soy, por lo general respondo soy Hernán… un hombre que con mucho sacrificio ha logrado tener todo lo que desde pequeño deseó. Es que ese soy yo! La vida me ha mimado. Soy un ser feliz – o por lo menos me mentalicé para verme así, feliz-. Pero vamos a la parte interesante, lo que me caracteriza, la razón para hablar de mí. Quizás muchos cuando me ven pasar por la calle, ni siquiera tienen conciencia de que existo; otros me ven, pero no les llamo la atención. Hace un par de años atrás (quizás más de un par, casi diez años atrás), la situación me afligía más que ahora, creo que a varios les puede pasar lo mismo. Sentirse que no se es nadie, vivir siendo nadie, que tu vida gire en torno a una rutina que no te complace no te llena. Así era yo a los treinta y cuatro años… desde los treinta, el tema de la realización se pone cuesta abajo. Los años de juventud terminan y debes tener cierta estabilidad. Yo me encontraba sólo con un espíritu de casanova que no conquistaba ni a la mujer más desesperada. Al terminar una carrera me aseguré un empleo donde me proyectaba hasta jubilar. No tenía aspiraciones de sueldo, ni de ascenso ni mucho menos el reconocimiento por mi empeño. Trabajaba porque eso era lo que se debía hacer. La frustración era la palabra que acompañaba todas las mañanas mi desayuno. Llegar a los treinta sin barriga, menos canas y trabajando en algo que valiera más la pena era mi meta. Pero, ¿hacía algo por cumplirla? La verdad no mucho. Un día todo cambió. Desperté deseando ser algo y alguien más. Recuerdo que era otoño (antes pensaba que las mejores estaciones eran verano e invierno, pero ahora creo que las estaciones intermedias, son las más bellas), era uno de esos días fríos, pero con Sol; un cielo limpio, después de haber llovido por horas. Era lunes y desperté sin deseos de trabajar (Como antes mencioné, trabajaba en algo que sólo servía para pagar mis cuentas y para justificar mis horas de ocio. Tenía uno de esos empleos que no deberían existir jamás). Esa fue una actitud rara en mí. Nunca he sido de los que faltan a sus deberes. En fin, no quiero alargar más esto. Como iba contando, en vez de ir a trabajar. Me puse a caminar por las calles del centro, buscando algo que hacer a las 9 de la mañana. No encontré nada más productivo que entrar a un café con piernas; ahí me atendió Gissele. Me dijo que tenía veintidós, pero siendo bien objetivos, Gissele claramente superaba los treinta. Pedí un café y, mientras esperaba que me lo trajeran, noté que alguien había olvidado su periódico en la mesa contigua. Lo tomé y me puse a ojearlo hasta llegar a la parte de los avisos. Fue cuando abrí esa sección, el momento en que mi vida tuvo un giro de ciento ochenta grados. Un recuadro destacaba más que cualquier otro aviso Casting único para programa familiar desde las diez de la mañana llamar al 224563(en esa época sólo había 6 dígitos en el teléfono). No se qué era, pero no pude dejar de mirarlo. Cuando llegó el café, mi vida ya era otra, bebí el café rápidamente y me dirigí al casting. En ese momento no pensé ni en mí ni en nada, era un impulso incontrolable que me empujaba a ese lugar. Es que estaba en mi destino. Mi primer paso a la fama!!! Después de ese día mi vida cambió. Nací de nuevo. Al principio sentí que la situación era ridícula, que todo era un error, pero al pasar los meses mi personaje se hizo más y más conocido. Trabajaba en un programa que veía el país entero. Todas las familias sabían quien era yo. Me adoraban. Cada vez que aparecía en escena una ovación gritaba mi nombre. Pero todos ignoraban quien era realmente. Existía una intriga constante por descubrir mi identidad. El hombre que no decía palabras, que usaba máscara y vestía de negro. Ese era yo, el misterioso y temido Chacal de la Trompeta. El juez del infierno. Con mi trompeta descalificaba a todos aquellos que llegaban al escenario intentando entonar las canciones más espeluznantes que se pudieran escuchar. Ami lado se encontraba el demonio mismo presentándolos; Don Francisco. Juntos nos transformamos en la dupla del momento. Al principio deseaba contarle a todos que era yo aquel malvado, que se reía en la cara de los participantes, que gozaba escuchando al público corear el Fuera! Fuera! Fuera!, pero luego me di cuenta que esa era la gracia de ser el Chacal, nadie conocía al hombre detrás de la trompeta. Con el paso del tiempo empecé a conocer personas parecidas a mí. Me hice amigo del Señor Lápiz y el Señor Oso de Cachureos; comprendí que no era el único incógnito del país, que éramos una especie única, una sociedad especial y anónima. Nuestros trabajos no podían ser divulgados al común de las personas. Nos hicimos buenos amigos. Es que nadie podía entender mejor que nosotros mismo lo que era vivir con un secreto como ese. Sé que puede sonar ridículo, pero era verdad. Qué pasaría entre los millones de niños que veía el programa si se enteraban que el Señor Lápiz, era más bien la Señora Lápiz? Así es. Costó mucho mantener especialmente ese secreto, pero con esfuerzo lo logramos. El empleo fue para todos el renacimiento. Nuestra sociedad anónima se transformó en la razón de vivir. Nos empeñábamos por hacer lo mejor posible nuestro trabajo. El Señor Lápiz (prefiero continuar con la tradición de Señor, en vez de Señora), se inscribió en cursos de dibujo, para perfeccionar la mano. El señor Oso, fue a distintos asilos de ancianos y jardines infantiles, para desarrollar más su lado tierno y meloso. Leyó libros de inteligencia emocional, para lograr una profunda conexión con el otro. Yo por mi parte, frecuentaba gimnasios de lucha libre (esos si que eran escenarios), donde me enseñaron a domar y controlar al público. También entré a clases de Trompeta, obvio…. Los tres éramos lo mejor de lo mejor. Nuestra popularidad crecía de manera descontrolada. Nos tomamos el trabajo muy en serio. Ensayábamos días enteros y nos dábamos consejos para que el show fuera perfecto. Todos nos deseaban, soñaban con nosotros, nos imitaban, pero lo más importante, querían saber quienes éramos realmente. Pero ese secreto lo llevaríamos hasta la tumba si era necesario. Nuestros trajes eran nuestra personalidad y el secreto nuestra alma. Sin él no éramos nada. Andábamos por las calles de la ciudad y, aunque nadie nos veía como lo que realmente éramos, sentíamos el país a nuestros pies. Las mañanas y tardes eran nuestras y lo sabíamos bien. Fueron tiempos felices, aunque para la gente que me veía en la calle seguía siendo un don nadie, para mí, para nuestra sociedad anónima y para el público, era El Chacal. Mi simple nombre inspiraba respeto. Más de una vez entraron a mi camarín muchachas, deseándome con locura. Modelos de Sábado Gigante hacían cola por estar con El Chacal, sacarle la máscara domarlo y por supuesto me encargue de dejar bien parado a Don Chacal. Años después nos hicimos conocidos en el extranjero. El grupo creció ya no éramos sólo tres, sino que se integró Guru-Guru y otros personajes de Cachureos. Estuvimos a punto de formar un sindicato, pero la idea nunca se desarrolló. Como decía, nos fuimos a trabajar al extranjero. La presión de mantener el secreto se hacía cada vez más complicada. Además apareció nuestro primer problema (y quizás el único). A medida que la sociedad anónima crecía, la necesidad de un líder se hizo presente. El problema era que todos queríamos ese rol. Así es, el deseo de poder comenzó a cegarnos y peor aún nos enemistó poco a poco. Todos teníamos el mismo secreto guardado. Las ganas de ser un poco más poderosos que el resto aumentaban a diario. Comenzamos a trabajar uno en contra del otro. En una oportunidad el Señor Oso, se encargó de dejar a la vista la trenza con la que el Señor Lápiz amarraba su cabello. O en otra oportunidad la Señora Lápiz, abrió el traje del Señor Oso, para que se viera que dentro había un hombre escuálido, que apenas podía con el disfraz. Pero lo peor lo viví yo. En mi cumpleaños número cuarenta, el programa decidió sorprenderme y vaya que sorpresa me dieron. Don Francisco, es un hombre entrenado en sorprender, hacer llorar y arruinar vidas como la mía. Buscaron en mi pasado, mis amigos, mi familia mis orígenes y descubrieron el mejor regalo que podía recibir a los cuarenta años. Al término de mi rutina, Don Francisco se acercó al escenario para charlar con el Chacal. Comenzó con algunos chistes a los que respondía haciendo sonar mi trompeta, pero luego de unos minutos su cara cambió de aspecto y se tornó seria. Una música sentimentalera y de muy mal gusto comenzó a oírse. Contó al público que en una odisea realizada por el equipo periodístico del programa, para ahondar en este famoso personaje que era yo, habían descubierto la huella que el Chacal había dejado en la vida. Luego de mostrar un video con la “búsqueda de mi origen” (más bien una búsqueda de aquello para subir el rating), Don Francisco añadió: bueno mi querido Chacal, nos complace contarte a ti y al público que tenemos un contacto en directo con Chillan. (Al escuchar Chillán, mi piel se erizó) Chacal amigo mío, en Chillan se encuentra Robertito; Robertito tiene ocho años y es hijo de Gloria González (Gloría González, ese nombre llegó como eco a mis oídos, todo se me nubló. Por suerte seguía con mi disfraz y nadie veia el estado en el que me encontraba.) Al hombre detrás del Chacal le ha faltado siempre algo en la vida, una familia; él mismo me lo ha dicho un montón de veces (mentira!!!… siempre he comentado lo feliz que soy siendo soltero!!!) pues bien, esto es algo que tu no sabes, pero no soy yo quien debe contártelo (Gloria González, es una “amiguita especial” que tengo en Chillán hace más de quince años). Entonces la cámara mostró a un pequeño niño, con sus mejillas quemadas por el frío y sin algunos dientes. El periodista le acerco el micrófono para que hablara. Estaba desesperado, no sabía que hacer. Ya no podía más, quería escapar. Sabía que lo que se venía no era para anda bueno. Veía al público que lloraba como sabiendo lo que se venía. Aun no quería aceptar nada. Entonces el niño se puso a llorar y la madre agarro el micrófono y explicó Chacal, Robertito es hijo tuyo. Palidecí de sólo escucharlo. Los llantos del público hacían parecer esto el mejor espectáculo jamás antes visto en la televisión chilena. Y yo en lo único que pensaba era querer escuchar que esto era sólo una broma. Pero no era así. De hecho esto era sólo el principio. Con ayuda del sentimentalismo de Don Francisco, una música de reencuentro y los aplausos del público, se logró que el niño hablara, Con lágrimas en los ojos mostró una pinturita que me tenía de regalo. Era un dibujo mal hecho, con los bordes completamente arrugados, con la imagen del Chacal tomando la mano de un niño, él. En ese momento sentí lo mismo que la mañana que decidí no ir a trabajar. Estaba a punto de cambiar nuevamente mi vida. Las manos me sudaban y el traje hacía que mi respiración no fuera fluida. Fue entonces cuando Don Francisco hizo la pregunta del millón Robertito, que deseas decirle a tu papá? Y Robertito que ya prácticamente no tenía voz para hablar, de tanto aguantarse el llanto respondió Que mi papi se saque la máscara. Don Francisco sabía que este era un momento anhelado por muchos, que todo Latinoamérica deseaba saber quien era realmente el Chacal y yo por mi parte sabía que era el fin de mi carrera y que la sociedad anónima se extasiaría con mi derrota pública. El momento fue alargado para agarrar más público. Las palabras de Don Francisco hicieron que la madre de mi nuevo hijo (quien además se encontraba acompañada de una serie de personas que supongo que eran su familia y por su puesto lloraban a moco suelto) llorara también. Sólo quería que esto fuera una simple pesadilla o broma del programa. Don Francisco animó al público para que también exigieran la revelación. Todos gritaban desesperados deseosos de saber quien era el Chacal de la Trompeta. Los aplausos, los llantos, súplicas desde Chillán y la insistencia de Don Francisco no me dieron otra salida que respirar profundo y sacarme la capucha. Entonces el silencio apareció en gloria y majestad. Todos vieron a este hombre insignificante medio calvo con barriga y anteojos sosteniendo una trompeta y vestido de negro. La familia de mi nuevo hijo aplaudía y lloraba por lo que acababa de hacer. En el estudio nadie podía creerlo. La sociedad festejaba y yo volvía a ser don nadie. Fui noticia de diarios y revistas. Me acosaban por entrevistas, pero mi depresión fue tal que me aleje de todo el mundo del espectáculo. Y ahora estoy aquí, en Chillán viviendo junto a mi nueva familia. Criando niños (Porque Gloria a los pocos meses de casarnos, me dio la sorpresa de que esperaba trillizos). Viví el sueño de todo chileno, estuve en la cima de la fama y ahora estoy aquí. Tuve el mundo a mis pies. Controlé los múltiples escenarios. Le di un nuevo significado a las tardes familiares. Fui el signo de interrogación más deseado de la época y ahora estoy aquí. Creé una sociedad anónima, junto a mis semejantes, y ahora estoy aquí trabajando en una tienda de autos usados. Paseo por las calles y pocos son los que me miran y reconocen en mí al Chacal. Es triste pensar que pude conseguir más de lo que logré. A veces siento la impotencia de no haber hecho algo en agradecimiento a este personaje que me dio los años más felices de mi vida. Tal vez por eso me encuentro contando esta historia, esperando que quien la lea sepa que fui alguien. Que entienda que el Chacal de la Trompeta, ahora tiene una historia, de esas que uno se muere por escuchar en noches familiares. Ahora no soy nada, soy un simple mortal.

Señor Amor

La razón de esta carta es simple, me dirijo a ud. Simplemente para hacer notar mi molestia. Desde el día de mi nacimiento, se me dijo que encontraría un amor, pero no cualquier amor, me dijeron que sería el amor de mi vida; que un día el amor tocaría mi puerta; que el amor podía estar a la vuelta de la esquina, que sería feliz junto a Amor. Tantas han sido las frases que he escuchado y ninguna de ellas se ha cumplido. Amor no llega aun. He me aquí, sentada frente a este escritorio viejo, herencia de mi madre, escribiéndole una carta para saber qué ocurrió realmente con ese Amor que se me prometió el día de venir a este planeta. Señor Amor, soy una mujer que ya superó los cien años, mi cuerpo perdió su encanto, el olor a naftalina rodea cada rincón de mi vida. Las arrugas, son el único adorno que mi rostro no rechaza. No tengo belleza alguna mis huesos a penas soportan mi Ser y yo apenas soporto mi conciencia... tan difícil de llevar pasado los años. Las venas que sobresalen de mis brazos y piernas colorean mi cuerpo. Son tantas las expectativas que tengo frente a su llegada, que el sólo pensar en que se cumpla, hace que se sienta un calor en mi; no se que hacer con este corazón (que por segundos creo que deja de palpitar), que al pensar en su llegada, vuelve a latir con esa fuerza que en la juventud lo caracterizó. Hasta ahora, la única compañía que tengo es mi fiel compañero de incontables batallas, Laurel, un gato más viejo que la vejez misma, quien vive el desencanto de la soledad junto a mí. Pobre Laurel, con intención de no perder a este único acompañante que no rechaza la mala mano que la vida dejó sobre esta humilde mujer y su pestilencia senil, lo he castrado desde pequeño, así eternizo estos años de agonía, esperando que me envíen a eso que todos llaman Amor. Pero de todas formas, qué es eso tan codiciado por todos? Qué es eso que gobierna a los hombres más poderoso? Porque si uno no lo tiene sufre por su ausencia? Acaso es Él la razón de nuestra existencia, acaso es el amor lo que nos hace seres completos?, pero qué es realmente, porqué, sin saber qué es, he vivido mas de un siglo esperando su llegada? Quizás no es algo espiritual, tal vez es solo un objeto que desconozco y que en algún momento llegara a mis manos. Por favor Amor, hágame participe de tan codiciado tesoro, puede ser que lo desee con tanto fervor simplemente por ignorancia, de ser así, deseo saberlo, para acabar con esta eterna espera. Sinceramente Dolores Nefastus

junio 19, 2007

ViaJe

Sutilmente me acerco a tus pensamientos... los huelo, los pienso y siento tu sabor en mi paladar.... Tu... con una mirada jugosa te dejas seducir.... Te puedo hipnotizar? colgarme a tus pupilas, y no salir más? Toma mi mano y no la sueltes, que si la sueltas me caigo. Aprieto los dientes para no caer tan fuerte.... Qué pasa allá abajo donde todo es tan normal? Suelta mi mano! déjame libre, pero trátame con dulzura, con esa cruel dulzura que me encanta.... Déjame libre para sentirte a la distancia... Acércate a mi tanto que las palpitaciones se entrecrucen...... Entrégame un poco de dudas e insatisfacción.... así me esfuerzo por llegar a la perfección del imperfecto.... Sueñas mucho? yo también! los sueños son la morfina del que teme a la realidad... Soy una ladrona de almas convalecientes, pero ojo sólo robo cuando la víctima quiere ser robada. Robo sus almas las cuido y las sano. Pero no quiero robar más... en lo ajeno reina la desgracia y soy una desgraciada bastante agraciada.. Me desencanta tu sinceridad camuflada en palabras racionales que no hacen más que desenmascarar tus reales intenciones. Estoy cegada por tu cortez seducción. Piano, pianísimo.... busquemos las notas y lleguemos a una melodía en comun, desentonemos que la asimetría de tus notas es mas agradable que el equilibrio de lo armónico. Que desagradable sabor tengo en mi boca.... quieres saber porque? No te metas en lo mio que lo mio son las malas palabras, las groserías y los robos con aviso. Victimaria y a mucha honra! robo por placer y necesidad. quieres saber que se siente? quieres que te robe que indague en esa cabecita loca? Seguiré con mi lengua el contorno de tus dibujos, jugaré con mi lengua y tus colores, armaré nuevas formas dentro de tu piel y crearé un camino nuevo hacia cada punta de tu cuerpo.
Qué puedo decir en mi defensa? ya no hay más que decir.