julio 25, 2008

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Casi me descubren chismeando en la basura del vecino. Viendo si su comida era de la misma marca que la mía. Si su papel higiénico era suave o duro. Buscando un olor a descomposición similar al que hay basurero de mi casa, pero todo era distinto. Su basura era más distinguida que la mía... olía mejor. Tal vez las cosas se pudrían mejor en su tarro o quizás eran las bolsas que él usaba; claramente tenían un color verde petróleo y las mías simplemente eran negras.
Metí la cabeza al fondo del basurero y con mis manos comencé a escarbar entre trozos de pollo a medio comer y leches agrias. Encontré una suave fragancia a manzanilla; claro!! Por eso el cabello de su esposa siempre tiene esa docilidad y brillo, que el de mi señora, por más que mezcle cuanto producto encuentra en la tienda, jamás consigue. Seguí hurgando con mis manos dentro de la basura fue cuando hallé una bolsa cerradísima. Me pareció extraño. ¿Quién anda cerrando tan bien las bolsas de basura, si en "teoría" sólo es basura? Primero intenté desarmar el nudo de ella, sin embargo el nudo se había hecho con la intención de no volver a deshacerse. Entonces, con mi dedo índice hice un pequeño agujero a un costado del nudo, de esa manera logré palpar en su interior algo medio húmedo y chicloso, junto con otras cosas más duras. Se me dificultó revelar que había exactamente en el interior de la bolsa, pues todas las piezas se destrozaban con facilidad. No tuve más opción de introducir un segundo dedo y ampliar el agujero. Mas inmediatamente pensé "si ya estoy en esta, prefiero acortar tiempo. Si introduzco la mano completa podré descubrir qué es lo que este sinvergüenza esconde”. Uno a uno fui metiendo los dedos. Cada dedo me excitaba y provocaba un placer indescriptible. Era como sentir breves choques eléctricos recorriendo cada centímetro de mi cuerpo. Tenía la situación completamente controlada. Pronto iba a saber qué ocultaba el bastardo de mi vecino en la bolsa de basura. Maldita desgracia de persona; siempre sonriendo por la vida, como si Dios lo hubiera dotado de grandes bondades, como si nunca tuviera problemas, con su familia perfecta, trabajo perfecto y ahora basura perfecta! Y uno simplemente intentando pagar las infinitas cuentas, cuidar los hijos que le tocó tener y que lamentablemente sabes desde un comienzo que serán tan miserables como tu. Nooo, él tiene hijos lindos con olor a fresa y bosque de pino, la postal perfecta. La esposa que se tira todas las noches, de todas las formas que mi maldita imaginación perturbada por el exceso de contención sexual me permite pensar. No como yo, que debo estar todas las noches rogando para que no me rechace por ser un guatón y peludo y precoz si me calienta demasiado. Con su súper sabueso de nombre rudo tipo "Spike" o "Tyler" entrenado para decir "perdón" si se peda frente a ti. No puedo compararlo con el sarnoso y negro de tantas pulgas llamado "Juancho", que trajo mi hija el día de su cumpleaños, y que por supuesto me fue imposible tirar a la calle, ya que tirarlo significaba olvidarme de tocar a mi esposa por un largo tiempo. Mientras mi cabeza se volvía loca por encontrar su maldito secreto de la felicidad, mis manos se continuaban manchando con la mezcla viscosa y blanducha que no podía dejar de tocar... De pronto, del agujero comenzó a salir un olor ácido, medio vinagre que inmediatamente me embriagó. Como elixir, el olor me encantó haciendo a mi cabeza descender al fondo de la bolsa. Y ahí estaba.... las más alucinantes verduras y frutas fermentándose entre sí unas con otras. La seductora fragancia me provocaba meter la cabeza aun más, sacar mi lengua simplemente para obtener una probadita de tan enloquecedor sabor. Recosté mi mejilla entre unas cuantas frutillas podridas y cerré por un segundo mis ojos. Tranquilo... confiado... sintiendo cómo el jugo virulento de la putrefacción ingresaba por la quijada de los labios a mi cuerpo. Lo dejé entrar sin restricción alguna. Saboreé el vinagre sabor de una frutilla añeja mezclada con cáscaras de huevo. Inhalé profundamente y reposé unos segundo luego de tamaño deleite.
De pronto comencé a sentir algo que acariciaba mi piel; algo que se estiraba y se contraía infinitas veces y recorría mis arrugas como si fueran un camino. La sensación empezó a repetirse en el resto de mi cuerpo miles de contracciones y estiramientos en mis brazos, mano, cuello, nariz, oreja... Larvas de mosca y gusanos estaban robando mi banquete!! Y estaban robando mi piel!! Y estaban descubriendo a mi vecino de la misma manera que yo lo hacía!! No podía permitir que mi basura fuera alimento de extraños! gusanos despiadados tomando lo mejor de mi vida y viviendo a expensas mías!! Debía sacarlos a cada uno de ellos. Era mi vida, mi historia la que estaba en juego!! Me introduje en las profundidades de las bolsas perfumadas y con fuerza y decisión abrí mi boca y succioné cada micro vida que en ellas existía. Cada larva, gusano y mosquito fue devorado y destrozado por mis dientes. No iba a permitir que seres insignificantes acabaran con mi único recuerdo de gratos momentos... eran ellos o yo. Mastiqué cada centímetro de sus alargados y jugosos cuerpos, para q ninguno quedara con siquiera una leve posibilidad de sobrevivir. Mis dientes desintegraron sus alas pestilentes. No es fácil derrocar a mosquitos que quieren tu sangre para guardar sus crías larvosas, y que con sus patitas y trompa abren tu piel e introducen a sus hijitos larvas para alimentarse de ti. Me superaban en número, pero no sabían con quién trataban. Entré por completo al basurero para poder usar de mejor forma mis brazos y piernas y así terminar con todos. Sin embargo creo que ese fue mi error. Al mover todo el basurero para caber mejor, de las bolsas del fondo comenzaron a salir batallones y batallones de ellos. No fui capaz de contar o identificarlos, pues todos tenían distinto aspecto y colores; algunos con muchas patitas que me hacían cosquillas y otros con alas que zumbaban en mi oído. Fue una simple inhalación profunda la que me derribó, la que mostró mi debilidad, la que les envío el mensaje de que era vulnerable y débil, la que los atrajo como aspiradora y ellos sin mayor complicación entraron como una oleada salvaje a conquistar mi interior. Me invadieron por la nariz, por la boca y oídos sin que yo pudiese defenderme. Se instalaron entre mis uñas y comenzaron a excavar y probar mi carne. Mis ojos les sirvieron de alojamiento momentáneo mientras se deslizaban hacia mi nariz. Y sin más remedio, como presa en la que me había convertido entre papeles higiénicos usados, fruta descompuesta y larvas excavadoras, comencé a morir.
La pestilencia me abrazó con todos sus brazos y de ahí no volví a liberarme, me convertí en la basura más exquisita y jugosa q ha existido en ese basurero, tanta hediondez provocada por mi y sólo por mi, hizo que su basura fuera la más perfecta del barrio, mis líquidos añadían un sabor especial a todos los compuestos que ahi albergaban. La dulce agonía de nadar entre los desechos de mi vecino, me hundí en él con la sonrisa más honesta que jamás enseñé a alguien.

1 comentario:

CLAUDIO SILVA NUÑEZ dijo...

Anchi como panchi pero sin P, jajaja el misterio de no saber con quien mierda te puedes encontrar o quien cresta puede escribir y husmear en tu letras jajajaj, olores putrefactos que expele mi adorada basura son los desechos de mi vida pero eso no quiere decir que no los quiera, los dejo por que son feos, los dejo por hediondos o simplemente por que ya es una costumbre, lo tomas lo usas, abusas y lo botas. Un papel higiénico cualquiera jajajaja lleno de mierda que nadie quiere tomar jajajaj que ascooooooo. jajaj basta soy claudio y te recomiendo los siguientes blogs: www.cyclofilm.blogspot.com www.flickr.com/photos/claudiosilva y para los amantes de la ilustración www.perrohambriento.blogspot.com, un gran blog de un gran amigo. Bueno eso nada más. Una pregunta, tienes correo? El mío es csnunez@hotmail.com.