junio 20, 2007

SeReXtraÑo

Definitivamente ese no fue el lugar apropiado para morir; tampoco la edad, ni la hora, ni el día. No se en realidad qué fue lo que hizo que mi momento de decir adiós a todo lo que soy fuera ese. Han pasado un par de minutos, aunque no estoy completamente segura si después de muerta el tiempo funcione de la misma manera. Tal vez ha pasado más. Mi reloj no funciona, la caída lo paralizó en las nueve y treinta, pero no estoy segura de si son nueve y treinta de la mañana o de la noche. No veo nada. Mi ojos continúan abiertos, pero las imágenes desaparecieron. Los sonidos están cada vez más lejanos. Pero si continuo oyendo, debo seguir viva? Quiero mover mis extremidades, me resulta imposible. No se realmente qué soy en este momento.Por qué llegué al minuto de mi muerte? No lo recuerdo... mi partida es algo que paso hace tanto tiempo y aun permanece inserta en mi memoria. Que extraña es la vida o la existencia o la muerte. Que extraño es todo. Como surgimos y como nos desvanecemos de un minuto a otro. Nuevamente estoy hablando de mi muerte; es que para mi su llegada fue muy absurda. Estuvo completamente alejada de mis planes. En varias ocasiones me visitó, casi advirtiéndome que un día su presencia significaría el fin de mi vida. En una ocasión me dijo hola cuando caí de un caballo. Esa fue la vez que conocí a la muerte. Me mostró lo que me perdería recorrimos el Universo juntos durante tres días de profundo coma, luego me explico que por ser mi primera vez, tenía la opción de escoger entre irme junto a ella o mantenerme un tiempo más en vida. Decidí un tiempo más, ella sonrió con cara de “nos veremos pronto” y así fue, pero en la segunda ocasión su visita no fue tan placentera, es que me encontraba en la típica edad del pavo, quise ser cool me emborrache hasta la madre y luego corrí por la línea del tren que pasaba a unos metros de mi hogar. La luz del tren me encegueció y fue ahí donde ella apareció nuevamente. Con mis aires de grandeza, la enfrenté, ella creyó que ahora me iría con ella, pero yo aun tenía más planes por delante, entonces me hice un lado de la línea del tren y éste pasó junto a mi sin siquiera robarme un pelo. Es verdad había tentado a la muerte, y ella se molestó conmigo. Siendo ésta más astuta que yo, me dejo crecer y disfrutar de mi juventud creyendo siempre que le había torcido la mano al destino.Y ahora porqué llegue a esto? Ah, el día de mi muerte, insisto que no era ese el momento. Nunca lo voy a olvidar. Siempre creyendo que el día sería un momento glorioso, resultó que al final no fue más un amargo adormecer burdo y solitario. No puedo contar una historia sobre como sucedió, porque no existe tal historia, simplemente llegue a mi hogar luego de un día de trabajo igual a los otros días, prendí el televisor, me senté frente a él para cenar acompañada, puse el canal de las noticias. Como siempre no había más que eventos policiales, riñas pasionales, y estafas de grandes personajes del país. Estaba comiendo pastel de papas recalentado de dos días atrás; su sabor a comida artificial, me hacía prestar más atención a lo que me conversaba la televisión que a los sabores del pastel. Justo cuando terminan de dar la noticia de un indigente que muere devorado por sus perros, el cuesco de una aceituna se queda estancado en mi garganta. Por supuesto apareció nuevamente ella, y me sonrió como queriendo decir “ahora gano yo”, comprendí que por más que intentara sacar ese cuesco de mi garganta, sería imposible. La muerte me había ganado. Mi respiración comenzó a darme una sutil despedida, como diciéndome “fue un placer instalarme durante estos años en tus pulmones”. Si bien no me podía ver, sabía que mi rostro estaba morado, quería tener un espejo para saber como se ve uno cuando muere poco a poco. En ese sentido ella fue gentil, no se como lo hizo, pero mi vista se nubló y comencé a desdoblarme entonces me convertí en espectador vip de mi propia muerte. Siempre lo tomé como un regalo de ella, es como el fair play del fútbol. Y bueno eso es todo, así fue mi muerte, como para esa época mis amistades se encontraban en asilos, muertos o simplemente imposibilitados de moverse, nadie se enteró de mi partida hasta un par de semanas después, cuando mi hedor comenzó a visitar los hogares de mis vecinos. Esa fue mi muerte, nada de grandiosa, memorable o dramáticamente dramática, simplemente me ahogué con una aceituna.Ahora no se bien qué soy. No se bien como logro traspasar esto a un papel, tal vez me reencarne o me encuentro asaltando un cuerpo extraños, y en este momento su dueño se encuentra en un leve trance y no sabe que es lo que está escribiendo. Sólo tengo claro, que no soy humano, que no estoy vivo y eso. Se me complica la existencia con tanto cuestionamiento sin respuestas claras, cuando uno muere aparecen muchas respuestas frente a ti, pero junto con ellas aparece también la peor pregunta de todas, por lo menos a mi me surgió ¿ por qué ahora y no cuando estaba viva? Dicen que cuando uno muere, se eleva espiritualmente llega a un estado de plenitud que es indescriptible con palabras, pues bien, estoy completamente en contra de eso; me sigo sintiendo una mujer (o un alma de mujer) con muchas inquietudes propias de un ser vivo. Ahora soy un ser etéreo. Aquí no existe nada y existe todo. Extraño los chocolates las fiestas y tirarme a un chico por la noche y luego despertar sin saber que hice y con quién. Extraño reventarme en la juerga nocturna junto a mis amigas, correr por la línea del tren. Extraño embarrarme los pantalones en la lluvia o mojarme entera cuando un auto pasa sobre un charco. Extraño mis orejas calientes de tanto que hablan mal de mi. Extraño que me pique la palma de la mano y esperar que llegue dinero a ella. Extraño estudiar sin saber para qué. Extraño conocer gente extra en lugares extras y que me acompañen en mi vida. Extraño comer carne y que se incrusten pedazos entre mis dientes. Extraño estar aburrida de la vida y esperar por algo nuevo que jamás llega y es más en el minuto que llega se transforma en algo regular de esta por lo tanto pierde todo valor. Odio la muerte, odio no existir más en el planeta Tierra y odio tener que esperar como mínimo ciento cincuenta años para volver a pisar tierra firme a través de una nueva reencarnación. Puedo llegar como un gomero, lo cual sería una lástima porque mi pasatiempo preferido sería tomar sol. Quiero volver a la vida, a mi vida, esa que perdí. No se bien que soy en este momento, existo y extraño ser lo que fui.

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